Cinco formas de resolver sus problemas de avistaje de aves

Cuando su guía de aves no pueda ayudarle, siga estos consejos y busque diferentes alternativas para identificarlas mejor.

Identificar un ave es como resolver un misterio. Cada detective de aves recoge pistas sobre la apariencia de su sujeto de investigación. Pero, ¿qué sucede cuando esas pistas no aparecen o cuando encontramos una especie que desafía nuestro pensamiento lógico? Juzgar el tamaño de un ave sin tener un punto de referencia puede resultar difícil. Si se avista un ave con mala iluminación, puede parecer descolorida. O peor, quizás aviste un bicho raro al que le faltan plumas o con marcas que resulten del contacto con la naturaleza. Para resolver estas cuestiones, es necesario conocer tanto el medio ambiente como las peculiaridades de cada especie, además de estar preparado para dudar de uno mismo. Siga estos consejos que nuestros expertos obtuvieron a través de su ardua experiencia. Este es el universo poniéndolo a prueba. Será un mejor avistador de aves gracias a eso.

El tamaño puede engañar

En primavera y otoño, es fácil encontrar chorlos mayores de patas amarillas y pitotoy chicos en los pantanos y riberas de Estados Unidos. ¿Qué es lo difícil? Identificarlos. Ambas aves tienen un anillo blanco alrededor del ojo, espaldas cuadriculadas, vientres blancos y, por supuesto, patas color amarillo brillante. La única diferencia obvia es su tamaño: el chorlo mayor es más grande, y el pitotoy chico es más pequeño.

Existen varios ejemplos como este par de especies. Tanto los gavilanes de Cooper como los pico vellosos tienen versiones de menor tamaño (el gavilán americano y el carpintero velloso menor, respectivamente). Existen, también, versiones de mayor y menor tamaño del porrón bastardo, del gavión atlántico y del gallo grande de las praderas. Las garzas blancas también tienen distintos tamaños.

Puede ser fácil identificar dos especies de distintos tamaños si se posan juntas, pero esto no suele pasar porque a las aves les encanta burlarse de nosotros. Entonces, ¿qué hacemos?

Mi consejo es hacer de cuenta que estamos jugando al Pac-Man. En el video juego, Pac-Man y su novia se ven idénticos, salvo porque su novia lleva un moño. Su tarea es encontrar ese “moño”: la característica que distingue al par de aves similares.

En el caso de los chorlos mayores, esta característica es la proporción que existe entre su cabeza y el largo de su pico, que es mayor a la de los pitotoy chicos (bueno, ¡no dije que sería fácil!). El largo del pico también difiere en el caso de los pico vellosos y los carpinteros vellosos menores. Los gaviones atlánticos menores en edad adulta tienen patas amarillas, mientras que los gaviones atlánticos mayores de la misma edad presentan un color rosado. También resulta útil enfocarse en el color del pico y de las patas para distinguir las garzas blancas.

Una vez que aprenda a encontrar estas características, podrá asimilar el tamaño real de la mayoría de las aves. “Aunque, quizás, los chorlos mayores sean tu karma de por vida”.—Nick Lund

Consejos para mejorar su capacidad para identificar a las aves

La aplicación Aves de América del Norte, de ԼƵ le permite filtrar especies por tamaño (busque la sección “Explorar aves”, y luego “Búsqueda avanzada”). Pero cuando el tamaño se distorsiona, intente identificar alguna de estas otras características.

Forma de las alas

Descubrir si son afiladas, puntiagudas, barridas o con puntas redondeadas puede ayudarlo a identificar la especie correcta. Un ave de alas cortas, por ejemplo, puede ser un colín de Virginia, un rascón de Virginia o un avetorillo panamericano.

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¿Cuál es el patrón de vuelo de esa ave? Si planea, puede ser un colibrí, un cernícalo vulgar o un elanio maromero. “Si entra en una formación de aves, puede ser un ibis, un cormorán o un estornino pinto”.—Purbita Saha

La iluminación cambia todo

Las siluetas de las aves pueden servir como identificación si uno conoce bien cada especie, pero resultan inútiles para un aprendiz. Para lograr ver todos los caracteres de un ave, es necesario contar con una iluminación perfecta. Los mejores horarios para avistar aves son una hora después del amanecer y una hora antes del atardecer, que es cuando la luz solar es mejor y más cálida, y las hojas y las ondas de calor no proyectan sombras. Para aprovechar cada minuto, utilice una aplicación como Sun Surveyor o Helios para estudiar la posición del sol cada día.

Si aún no logra distinguir ciertos caracteres, quizás necesite un lente superior. Los modelos baratos de binoculares para avistaje que se venden hoy en día son muy superiores a los que puede haber heredado de la época del servicio militar de su abuelo. Cuando los pruebe, no mire objetos que estén en plena luz: apunte hacia rincones oscuros o mire por debajo de las mesas. “Los mejores modelos son aquellos de vidrio reforzado, que brindan una mejor imagen independientemente de la luz que haya alrededor”.—Sharon Stiteler

Los binoculares más usados

Para los principiantes, los (alrededor de USD 269) tienen una muy buena capacidad de retención de luz. Los recubrimientos dieléctricos y correctores de fase del (USD 400) ofrecen una transmisión superior. Los binoculares (USD 3.249) valen cada centavo, gracias a su capacidad para captar objetos con claridad y luminosidad. (Descargo de responsabilidad: el escritor cuenta con el patrocinio de Swarovski)...

Arriba las colas

El perfil más común de los anatinos no es el que uno puede llegar a encontrar en una guía. Por suerte, usted puede aprender a identificarlos mientras se alimentan: solo tiene que saber cómo lucen sus traseros.

Ánade rabudo

Las plumas de cuatro pulgadas en la cola del macho son clave: son más largas que las del resto de los patos.

Ánade real

El signo que delata al ánade real macho son los dos rulos negros que salen de la cola como si fuera un bigote bien arreglado.

Cerceta americana

El macho deja ver dos áreas doradas debajo de su cola. “(También se ven cuando esta ave se encuentra erguida)”.‱..

Aves de plumas diversas

A veces, incluso cuando vemos un ave a la luz, puede que sus plumas no sean como las imaginamos. Pero estas pequeñas sorpresas son las que hacen que el avistaje sea divertido. La única forma de estar preparados es aprender la fisonomía de las especies comunes y no sacar conclusiones apresuradas. Recuerde, a veces las aves pueden resultar extrañas. 

Aves calvas. La falta de algunas plumas puede cambiar por completo la impresión que tenemos de un ave. En un viaje de avistaje de aves en barco por la costa de Nueva Jersey, me llamó la atención un ave de aspecto extraño rastreando las olas. Por su cabeza pequeña y su cola corta y gruesa, todo la tripulación se preguntaba: “¿Es un petrel de coronilla negra o una pardela algo rara?” “¿Será un miembro de la familia de los álcidos?” Después de revolotear a una cierta distancia, el ave misteriosa se posó sobre el barco. Era una huilota que había perdido todas sus plumas. (Arriba, a la izquierda: un cardenal norteño mudando sus plumas).

Aves sucias. Una vez, en Arizona, un amigo me llamó para contarme que había encontrado una bandada de chingolos de Harris: los únicos gorriones norteamericanos de cara negra. Cuando llegué, descubrí que eran gorriones corona blanca que habían estado alimentándose de olivas negras caídas. Este tipo de variaciones de color ocurren muy a menudo. Los colibríes pueden acabar cubiertos de polen. Las cabezas y cuellos de los cisnes normalmente se suelen teñir de naranja debido a los minerales. Y existió un caso en el que un chorlo mayor de patas amarillas cubierto de petróleo se identificó como un archibebe oscuro. (Arriba, en el medio: un colibrí barbinegro con polen). 

Aves albinas. Después de 10 años de avistar aves en forma obsesiva, aprendí sobre dos condiciones comunes que pueden causar que las aves pierdan su pigmento habitual. En ese momento, descubrí un ave totalmente blanca que identifiqué, entusiasmado, como un escribano nival. Claro que me resultó extraño que esta especie de origen ártico estuviera de paseo por Kansas en pleno julio, pero no se me ocurrió qué otro tipo de ave podría ser. Luego de observarla por varios días, decidí tachar al escribano nival de mi lista. Era obvio que estaba frente a un gorrión común que carecía de pigmentación. (Arriba, a la derecha: un tecolote oriental albino).—Kenn Kaufman

Escritores colaboradores: Nick/Nicholas Lund, Sharon Stiteler, Purbita Saha, y Kenn Kaufman.