El águila que conecta las Américas

La historia de tres mujeres a las que separan miles de kilómetros pero una misma especie las une.

Hayley Beal siempre reconocía al águila pescadora, incluso antes de conocerla por ese nombre. Todo el tiempo estaba cerca, ya fuera cayendo en picada hacia la superficie del lago de sus abuelos, posada en los manglares frente a la playa o patrullando los cielos de su Florida natal. 

“Como crecí en la Florida, desde que tengo memoria las he visto en la playa o simplemente cuando voy conduciendo están ahí”, dice. "Cuando era niña, no sabía qué clase de aves eran, pensé que se trataba de algún tipo de águila, pero a medida que crecí la curiosidad me llevó a Google y me di cuenta de que eran águilas pescadoras".  

Ahora, los domingos Hayley es voluntaria en el Centro de Aves Rapaces de ԼƵ, cerca de Orlando. Trabaja con aves rapaces heridas, en la clínica de traumatología, y con un águila pescadora residente llamada Hank, con la que educa a los visitantes sobre la importancia de preservar los cuerpos de agua, los bosques y los matorrales de Florida como hábitat intacto para la vida silvestre del estado. A Hayley le encanta trabajar con águilas pescadoras: “Admiro su resiliencia y su espíritu libre. La mirada de curiosidad en sus ojos me dice que siempre están intrigadas por su entorno. ¡Sin mencionar que son las mejores pescadoras!”. 

El águila pescadora (Pandion haliaetus) es una magnífica ave rapaz de  Estas se encuentran cerca de cuerpos de agua costeros y continentales y habitan paisajes acuáticos desde Alaska hasta Chile, a donde llegan como migrantes, pero allí no se reproducen. Sus poblaciones se han recuperado desde mediados del siglo XX, cuando el pesticida DDT se introdujo en los cuerpos de agua, contaminando a los peces y provocando que las cáscaras de los huevos de las águilas pescadoras y de otras especies de aves que se alimentan de peces se volvieran demasiado finas para soportar su peso. Esto provocó fallas en la reproducción y el declive de las poblaciones de águilas pescadoras. Estados Unidos prohibió el DDT en 1972 y en las décadas siguientes lo hicieron otros países del continente americano.  La prohibición del DDT, junto con los esfuerzos de protección del hábitat y las iniciativas de conservación en las que ԼƵ participó, contribuyeron a la recuperación de las poblaciones del águila pescadora en todo el hemisferio, poniendo de relieve la capacidad de recuperación de estas rapaces frente a los desafíos medioambientales.  

A más de 2800 kilómetros al sur de Orlando, más o menos la distancia que vuela un águila pescadora migratoria, Omaira Rendón dirige el Osprey Ecolodge (“Osprey” es águila pescadora en inglés) en la exuberante laguna de Sonso, ubicada a 65 kilómetros de Cali, Colombia. Como heredera de generaciones de pescadores locales, elegir el nombre de su negocio era obvio. “Decidimos llamarlo así porque es lo que nos representa”, comenta. “Las águilas pescadoras son exactamente lo que somos nosotros: pescadores a pequeña escala, como nuestros antepasados. Buscamos una relación entre las aves y lo que hacemos, y el Osprey fue perfecto”.  

El ecoturismo está creciendo rápidamente en Colombia, especialmente en la laguna de Sonso, un individuales en el valle del río Cauca. Hogar de más de 403 especies de aves y en el nexo de varias rutas migratorias (78 especies migratorias llegan allí), el área fue nombrada Humedal Ramsar de Importancia Internacional en 2017. Omaira es una ávida observadora de aves y evangelista del ecoturismo. Su albergue emplea no solo a toda su familia, sino también a jóvenes de la zona a quienes entrena como guías. Espera que la red de observadores de aves locales que está creando pueda conectarse, a partir de la ciencia comunitaria, con otros que comparten la pasión por esta águila a lo largo de su larga migración. 

"Hay mucha gente en todo el mundo que la conoce, porque el águila pescadora tiene una amplia distribución, y necesitamos saber exactamente cuáles son esas otras historias. Sería fantástico si pudiéramos unirnos, incluso a través de las redes sociales, para encontrar soluciones a las amenazas que existen en cada región y encontrar formas de combatirlas para poder proteger esta especie, que es responsabilidad de todos”, afirma Omaira. 

Tres mil kilómetros al norte de Sonso, la última vez que Eileen Schwinn vio un águila pescadora fue en la temporada migratoria de otoño, una tarde de septiembre, mientras ella y su esposo sacaban su bote del agua. Ahora, mientras espera su regreso en esta temporada de primavera y anidación –las águilas pescadoras tienen la misma pareja toda la vida- se pregunta a dónde van en invierno. 

“El último estuvo vacío durante 15 años, hasta el verano de 2023”, cuenta Eileen. “Había tres polluelos. Siguen los patrones de los peces, y en primavera es una gran emoción cuando se avista la primera águila pescadora. El titular siempre aparece en el periódico: ‘Han llegado las águilas pescadoras’ “. 

No siempre fue así. Mientras crecía en Long Island, las águilas pescadoras eran algo raro de ver durante su infancia y su número fue diezmado por el uso del pesticida DDT a partir de la década de 1940, como sucedió con otras aves que se alimentan de peces. Cuando finalmente se prohibió el DDT en 1972, las águilas pescadoras estaban en peligro crítico de extinción en Nueva York y otros estados. Gracias, en parte, al trabajo de los activistas de Long Island que fundaron el Fondo de Defensa Ambiental, las aves se recuperaron espectacularmente. Eileen ahora trabaja a través de la y el Grupo de Conservación local del East End para monitorear la población en expansión de una especie local icónica. 

A través de diversos esfuerzos (rehabilitación, ecoturismo y activismo local), las personas desempeñan un papel crucial en la preservación de estas magníficas aves y sus hábitats. En sus migraciones por el hemisferio occidental, el águila pescadora es evidencia de nuestra responsabilidad compartida a la hora de conservar los ecosistemas que compartimos y que conectan a las Américas. 

 

* Reportería desde Colombia, Juliana Londoño.
Agradecemos a toda la comunidad de la laguna de Sonso por su apoyo y entusiasmo para lograr esta conexión hemisférica.