Las mañanas de invierno de Ian Souza-Cole, investigador de ԼƵ California, comienzan en el Valle Central, antes del amanecer. Abrigado con gorro, guantes y varias capas de ropa debajo de sus “waders” impermeables, vadea por los fríos y fangosos arrozales de California. Esta zona sustituye la falta de humedales, tan necesarias para las aves playeras migratorias así como otras aves acuáticas. Durante los días ajetreados de marcaje de las aves playeras, procura anotar todos los datos con un portaminas. Lo hace sin guantes, por lo que se le adormecen los dos.
Como contraste, recientemente Ian viajó a Cali, Colombia con Xerónimo Castañeda, Director del programa Working Lands (Agricultura regenerativa) para ԼƵ California. En Colombia, Ian recorrió la zona acompañada de patiamarillos menores, patiamarillos mayores y solitarios, todas aves migratorias. Solo llevaba una camiseta y no portaba gorro. El calor se podía palpar aún antes de que saliera el sol. La gira comenzó por los arrozales junto con Gloria Lentijo, directora de la estrategia de Agricultura regenerativa de ԼƵ Américas, Jorge Velásquez, director Científico de ԼƵ para América Latina y el Caribe, y otras personas de su equipo.
Ian y Xerónimo se encontraban en Colombia para intercambiar conocimientos y profundizar sobre algunas de las iniciativas locales para establecer hábitats vitales para las aves y rastrear sus patrones de migración por el hemisferio. Los días terminaban con jugo de guanábana para contrarrestar el bochorno del Valle del Cauca, un deleite plasmado en la memoria de Ian. “Lo bebíamos todos los días al terminar la jornada de trabajo… a mediodía, cuando más calor hacía. ¡Esa bebida helada de frutas y yogur era una delicia!”.
Explorar la vida de las aves en Colombia
El equipo no desaprovechó la increíble oportunidad de salir a pajarear una vez terminada la jornada laboral, lo que agregó mayor emoción al viaje. El hecho de poder cruzarse con el recóndito bienparado común dentro de los límites de la ciudad muestra la yuxtaposición entre la expansión urbana con la fauna silvestre. Ian detalló el avistamiento del exótico pájaro que tiene un aspecto peculiar, casi de monigote. “El bienparado común se asemeja a la rama caída de un árbol. El que vi estaba muy sereno y dormido durante el día, sin percibir el tráfico debajo de él”.
Entre los avistamientos más destacados de Xerónimo durante su travesía están el bichofué gritón, la cotorra cabeciazul y el hermoso canario coronado, también llamado el pinzón azafranado. Xerónimo, impresionado con su color vibrante, bromeó: “Parecía como si alguien le hubiera rociado la frente con pintura en spray color naranja”.
La aventura ornitológica del equipo se extendió más allá de Cali y se internó en las reservas naturales del bosque nuboso a sólo 19 kilómetros de la ciudad, permitiéndole así vislumbrar un entorno exótico de vegetación exuberante y hábitats diversos. La culminación de la excursión fue llegar al Kilómetro 18 en donde se maravillaron con la asombrosa diversidad de aves. Ian nos contó haber observado, desde un espacio de avistamiento, a uno de sus colibríes preferidos: el cola de raqueta pierniblanco, “¡Tenía una cola enorme y se mantenía en vuelo justo en frente de mi rostro o aterrizaba muy cerca, a unos 30 centímetros!”.
El equipo logró observar más de 150 especies de aves. Entre estas, hubo 50 especies que fueron “lifers” o especies vistas por una persona por primera vez, lo que refleja el gran tesoro que representa el patrimonio natural de Colombia. Por supuesto, no podía faltar un tentempié colombiano de café y repostería para completar la estancia del equipo en los lugares de avistamiento.
Marcaje de aves playeras para estudiar su movimiento
Antes de despedirse de Colombia, Ian y Xerónimo colaboraron con Juan David García y Santiago Muñoz Bolaños, dos miembros del equipo de investigación liderado por Gloria y Jorge. Juntos, atraparon y colocaron bandas de rastreo Motus en dos especímenes, el andarríos menor o patamarillo menor, y el patamarillo mayor. Ambas especies de aves son conocidas por utilizar la ruta migratoria del Pacífico, que incluye una ruta a través del Valle Central de California como parte del trayecto hacia Cali, Colombia. Recorrer en avión los casi 6.000 kilómetros que separan a la ciudad de Sacramento de Cali, no es poca cosa. Ian y Xerónimo tardaron aproximadamente 18 horas para completar su viaje.
Ahora, imagínese ser un patiamarillo migratorio. Pero, en vez de tomar un vuelo largo hacia Colombia, él es su propio avión, uno con el peso de apenas 40 masmelos. El día de viaje, es importante considerar el peso, ya que es su fuente principal de combustible y agua proviene de los depósitos de grasa acumulados en su última escala. Quizás tenga que extraer agua de los propios órganos e incluso hasta digerir una parte de ellos mantenerse hidratado. Si se gasta el agua, su cuerpo tendría que recurrir a quemar los músculos necesarios para impulsar tus alas.
Al llegar a Colombia, Ian y Xerónimo disfrutaron de la comida típica local, tal como los buñuelos (masa de maíz frita) y las arepas (masa de maíz molida con distintos rellenos). Las aves playeras migratorias no pueden permitirse el lujo de explorar la gastronomía local cuando aterrizan y hacen una escala. Como tienen necesidades alimentarias específicas y requisitos de hábitat, literalmente se mueren de hambre en pocas horas dada la inanición si no encuentran comida suficiente para recuperarse. Por eso, es fundamental coordinar nuestro trabajo de conservación en el hemisferio para proteger las aves durante su ciclo de vida.
Transformación del alma y de la tierra
Mientras Ian estudiaba el movimiento de las aves playeras con el equipo colombiano, Xerónimo y Gloria emprendieron una gira por fincas y arrozales. Durante la visita se reunieron con el propietario de un gran arrozal, quien no pudo ocultar su gran felicidad al enterarse del viaje que las aves playeras migratorias hacen desde su propiedad hasta California y más allá. Quizás, el hecho de compartir café y repostería valluna con un terrateniente no sea la imagen típica asociada con la conservación de las aves playeras. Sin embargo, para garantizar que estas aves tengan una oportunidad de sobrevivir, hay que entablar relaciones con todas las personas posibles que estén en sus puntos de parada a lo largo del trayecto migratorio.
El diálogo representa una ventana de oportunidad para fomentar el aprecio y crear un nexo con las aves. De esa manera logramos conectar los puntos entre estas tierras y su complicado viaje migratorio. Concienciar a los propietarios para que comprendan que su entorno cotidiano es fundamental para la supervivencia de las aves migratorias aumenta nuestra apreciación hacia el mundo natural y el papel de las aves dentro de él.
Los arrozales no son los únicos lugares de importancia en donde trabajamos para proteger las aves migratorias. Por dicho motivo, Xerónimo y Gloria decidieron reunirse con una maestra escolar pensionada y muy comprometida con el silvopastoreo en su finca, parecido al trabajo que realiza nuestro equipo de conservación de para apoyar las aves de los pastizales norteamericanas. La ganadería vacuna tradicional depende de pasto de origen foráneo como forraje para el ganado. Los sistemas silvopastoriles se basan en la reincorporación de plantas y árboles nativos para estimular la producción de forraje ganadero. Esto, a su vez, agrega valor al hábitat de las aves y aumenta la biodiversidad.
Para esta propietaria, la ganadería empezó como un hobby que realizaba junto con su marido antes de que éste falleciera y antes de que ella se jubilara. Cuando enviudó, se dedicó a informarse sobre las prácticas ganaderas sostenibles y a ponerlas a prueba. Los beneficios de convertir su finca a métodos más sostenibles se notaron al evidenciar un aumento en el número de aves que llegaban. Los resultados positivos se confirmaron con las cifras de productividad de la finca y ella explica que sintió un crecimiento personal que le “cambió el alma". Esta pasión la ha impulsado a aprender más sobre la cuenca hidrográfica local y a compartir su historia con otros ganaderos de la comunidad. Además, acoge estudiantes en su propiedad que llegan a la zona para realizar actividades de investigación.
De Cali a California: Gloria visita el Valle Central
Tras una semana en el Valle del Cauca, Gloria se encontró con nuestro equipo en el Valle Central de California para aprender sobre nuestros programas de conservación. Las giras son oportunidades para intercambiar conocimientos e información sobre procesos regionales, con el fin de establecer hábitats críticos para las especies de aves compartidas, tales como el andarríos menor, una especie prioritaria para ԼƵ. Además de compartir nuestra conexión con las aves, compartimos nuestras luchas, algo que se evidencia en el Valle del Cauca y el Valle Central de California en donde sólo queda menos del 10% de nuestros humedales. La historia de la migración humana y de las aves es un potente recordatorio de los desafíos y avances que nos conectan.
Los equipos de investigación constataron que, a pesar de las barreras de idioma y diferencias culturales, todos enfrentamos retos similares. Independientemente de nuestros gustos personales de música o comida, compartimos luchas comunes. Al reconocer el nexo que tenemos con las aves, entendimos que juegan un papel unificador dentro de la experiencia humana. Xerónimo lo resumió al referirse al equipo de Colombia: "[Ellos]viven en un lugar precioso e intentan salvar su fauna, como todos lo estamos haciendo".
Senderos de esperanza: nurtrir las aves migratorias y nuestras comunidades
Juntos, podemos realizar cambios que las aves exigen en las tierras de trabajo del hemisferio. Descubra los esfuerzos realizados por ԼƵ para crear más hábitats para las aves migratorias por medio del programa ubicado en California y aprenda más sobre cómo el equipo de ԼƵ Américas apoya las aves que compartimos durante el trayecto del viaje migratorio. Si desea actualizarse más sobre este avance, subscríbase a nuestro boletín informativo o .
La conservación de las aves migratorias supera el estudio del movimiento de estos impresionantes viajeros por la ruta migratoria del Pacífico. Se trata de fomentar la comprensión y la reciprocidad dentro de nuestras comunidades para asegurar que las aves tengan todo lo necesario para completar sus ciclos migratorios bianuales. Al colaborar con los propietarios y administradores de las tierras, podemos crear hábitats para las aves, lo que también fortalece nuestra resiliencia frente a la pérdida de la biodiversidad y la crisis climática.