Los manglares: cuna de biodiversidad costera y aliados en la lucha climática

Los manglares cubren la impresionante superficie de 46.284 kilómetros cuadrados del continente americano. Sin embargo, siguen siendo subvalorados a pesar de su papel vital: este vasto paisaje de manglares es un hábitat privilegiado para la biodiversidad y un lugar predilecto para miles de aves migratorias y endémicas.

La próxima COP16 busca marcar un hito para la conservación de la biodiversidad haciendo un llamado a la “Paz con la Naturaleza”. Sin duda, esta invocación hoy cobra mayor urgencia considerando la continua disminución de biodiversidad y la acelerada pérdida de especies alrededor del mundo.

Si bien este llamado es fundamental, también es hora de detenernos y reconocer que uno de los ecosistemas al que el desarrollo y la actividad humana le han dado más guerra, o al menos uno de los más ignorados al hablar de pulmones del planeta y captura de CO2, deforestación, resiliencia y restauración, es el de los manglares.

En América tenemos 46.284 kilómetros cuadrados de esta riqueza natural inigualable, un tesoro pocas veces valorado y fundamental, presente desde el sur de los Estados Unidos, pasando por México y Panamá, hasta Perú y Brasil, incluyendo a las islas del Caribe, lo que conforma una amplia región donde existe este hábitat privilegiado para la biodiversidad y paisaje predilecto de miles de aves migratorias y endémicas.

Como se sabe, uno de los principales factores para la pérdida de biodiversidad es la reducción del hábitat para las especies. ԼƵ, a través de ԼƵ Américas (su brazo hemisférico) avanza su estrategia de Resiliencia Costera atendiendo esta problemática desde un enfoque más amplio e integral de los ecosistemas claves para la biodiversidad, entre ellos los manglares, fangales, estuarios y arrecifes de coral.

Defender los manglares que nos defienden

Los manglares son la primera línea de defensa costera en la lucha contra el cambio climático, que trae consigo el aumento del nivel del mar y un clima más extremo, todo lo cual ejerce presión sobre muchas comunidades costeras de las Américas, obligándolas a adaptarse para mantener sus medios de vida. Dada esta situación, es esencial proteger los manglares y demás ecosistemas costeros asociados.

En Panamá, con el apoyo del Fondo de Carbono Azul del Reino Unido y el Banco Interamericano de Desarrollo, y en alianza con la ONG nacional Sociedad ԼƵ de Panamá, llevamos a cabo actualmente el proyecto Patrimonio Natural Azul. Esta iniciativa integra investigación científica, valoración de servicios ecosistémicos, educación ambiental, concienciación e incidencia política para la conservación de los manglares.

Desde el enfoque de resiliencia, se hace evidente la importancia de atender el riesgo climático, presente y futuro. Así, la investigación está centrada en determinar la línea base de carbono en dos sitios piloto – bahía de Parita y bahía de Panamá. Al conocer el stock de carbono almacenado en estos llamados “ecosistemas de carbono azul” se hace visible su contribución a la mitigación y se provee una base para mecanismos financieros que aporten parcialmente el financiamiento para su futura conservación.

Datos preliminares del análisis adelantado en las dos bahías indican que, en promedio, en todas las unidades de monitoreo, las bahías de Parita y Panamá almacenan 87 toneladas de carbono aéreo por hectárea (se refiere a la biomasa: hojas, tronco, ramas), y en suelo a un metro de profundidad (se evalúan raíces y suelo), para Parita el promedio es de 171 toneladas de carbono por hectárea. Estos números van en línea con estimaciones hechas en el mundo, según las cuales, por hectárea, los manglares almacenan hasta cuatro veces más carbono que la mayoría de los bosques tropicales terrestres del planeta, incluido el Amazonas.

ԼƵ Américas también explora la integración de la mitigación con la biodiversidad. Estamos realizando monitoreos acústicos de aves en las mismas unidades de monitoreo de carbono. Al utilizar a las aves como indicadoras de la salud del ecosistema, se busca la correlación entre la densidad de aves y el contenido de carbono, potencialmente demostrando el valor agregado de acciones coordinadas de mitigación y de conservación de especies.

Los aportes a la adaptación no quedan de lado. A través de la determinación de servicios ecosistémicos como la protección costera, así como de estudios complementarios de los impactos de nutrientes, efectos de cambios de salinidad, documentación de cambios históricos de cobertura y mapeo de especies de mangle apoyado por deep learning se informa la gestión y permanencia de las especies y hábitats específicos y del ecosistema como un todo. El conocimiento sobre el funcionamiento y aportes del ecosistema y las especies es clave para proveer opciones de adaptación, particularmente para comunidades locales que dependen de los recursos naturales costeros.

Restauración presente y futura

Más allá de la conservación, se han abierto oportunidades para la futura restauración a través de un innovador proceso de mapeo de especies de manglar. Utilizando verificaciones de campo, imágenes satelitales y herramientas de inteligencia artificial se caracterizaron comunidades de especies de manglar y su distribución espacial. Esto no solo apoya la gestión del territorio, sino que, adicionalmente, informa sobre cómo restaurar de forma más efectiva las zonas degradadas y de amortiguamiento.

Finalmente, poniendo nuevamente la vista en la biodiversidad, se han desarrollado procesos de planificación sobre especies y elementos claves del ecosistema. Bajo el liderazgo de la organización socio Sociedad ԼƵ de Panamá se desarrolló el Plan de Conservación de Bahía de Parita, el cual identifica “Objetos de Conservación” que incluyen especies clave como el camarón blanco, la concha negra, los manglares y el chorlo de Wilson (Charadius wilsonia), ave migratoria emblemática del sitio.

Con la elaboración de estrategias para la conservación de estos Objetos, se brinda un insumo esencial para tomadores de decisión municipales y organizaciones locales para la planificación territorial y actividades de conservación. Y en el ámbito nacional, se asegura que estas y otras acciones aporten al cumplimiento de leyes nacionales y compromisos internacionales; no solo a los del Convenio sobre Diversidad Biológica sino también a las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) bajo el Acuerdo de París y los de la Convención Ramsar sobre los Humedales, por nombrar otros instrumentos claves. En este ámbito internacional, también se fortalece activamente el aporte e intercambio de conocimiento con la red Alianza Global de Manglares,

En su más reciente plan estratégico, ԼƵ aspira a revertir el declive de las poblaciones de aves, enfoque que hacemos extensivo a todas las especies que habitan el ámbito marino-costero. A través de nuestras experiencias en Panamá esperamos continuar aportando al conocimiento aplicado a la gestión y políticas, en línea con el Marco Global de Biodiversidad y los avances adicionales que se generen en Cali. Así podremos seguir disfrutando a perpetuidad y en paz la belleza y riqueza que nos aportan los manglares.


Este artículo fue publicado en el diario El Espectador, en julio 17, 2024.